Y las estrellas colisionaron..



Una noche, una mujer estaba sentada mirando la luna al borde de un muelle, en un lejano puerto en alguna parte de Chile. Esta mujer estaba muy triste, lloraba desconsolada porque sentía que le costaba avanzar, le costaba seguir con lo suyo después de la pérdida de un ser querido para ella. Esa noche, las estrellas brillaban de manera particular, había luna llena y el mar se iluminaba con el reflejo de la misma, las olas chocaban en unas rocas cercanas al muelle. La niña no paraba de llorar, mantenía el llanto desconsolada casi sin poder respirar entre los sollozos, las lágrimas caían y se mesclaban en el agua salada de aquel puerto. 

Corre, corre lejos de la luz. Corre, corre lejos por tu vida…-

Quien anda ahí? – pregunta con violencia la niña.

Corre, corre por lejos por tu vida…

Quien anda ahí? Qué diablos quieres de mi? – vuelve a preguntar entre sollozos la niña

Somos nosotras. Se escucha estruendosamente a lo lejos.-

Somos nosotras las estrellas, te hemos visto llorar y hemos venido aquí a saber qué te pasa niña.

Que les importa a usted que me pasa? A nadie le interesa lo que a mí me sucede, solamente estoy aquí mirando el mar, qué diablos les importa si lloro o dejo de hacerlo? 

De pronto el cielo se oscurece ante los sorprendidos ojos de la niña. La luna y las estrellas desaparecen frente a ella en un acto impresionante, la oscuridad rodea a la niña y esta solamente escucha el ruido de las olas romper en las rocas. La niña se rompe a llorar nuevamente y entre su llanto dice: Porque me tiene que pasar esto a mi? Que fue lo que hice mal? Tan alto es el precio que debo pagar?

No estás sola en esto.- se escucha desde la oscuridad. No estás sola, hija mía.  La luna parece 
lentamente entre la oscuridad mientras la niña observa atentamente el cielo. 

Dentro de esta infinita oscuridad, donde no había nada. Naciste tú.

De que están hablando? Grita la niña algo extrañada.

Tú y todo lo que te rodea fue hecho por nosotros. Eres polvo de estrellas, hija mía. Cuando no había nada, fueron las estrellas las que colisionaron para que tu tuvieras vida, fuiste creada junto con nosotras, todo en este mundo fue creado así. No tengas miedo de seguir corriendo ni de enfrentar la vida, porque siempre cuando se apagué el sol, estaremos nosotros aquí, contigo. 

La luna y las estrellas brillan de nuevo en el cielo. La niña camina hacia la orilla del muelle y ve en el agua su reflejo con los ojos hinchados de tanto llorar, en ese minuto ella entiende que el mundo hizo lo posible por verla nacer y era tarea de ella devolverle ese favor al mundo, no quedándose estancada por un dolor que sería pasajero. La niña seca sus lágrimas y se aleja corriendo del muelle, para así seguir su camino.

La niña se sintió importante como nunca se había sentido, ella era polvo de estrellas, ella era una estrella que podía brillar sola o con muchas como ella a su lado. La niña sonrió y siguió su camino feliz.


Porque todos somos polvo de estrellas destinados a brillas solos o con alguien acompañándonos, el cielo en su inmensidad nos recuerda a veces que por muy tristes que estemos, las cosas saldrán mejor, el sol brillara y las estrellas guiaran nuestro camino.
Te quiero mucho, esto y como todo en el universo, es para ti.

Sx.-

1 comentario:

  1. Te quiero tanto Sebita, perdona mis crisis. Gracias por este regalo, lo necesitaba. Además..cómo amo el universo!..

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